lunes, 27 de julio de 2009

La razón es infeliz

Todos piensan, pero ¿Qué piensan, en qué, en quién? ¿Les mortifica el pensamiento o les hace felices? ¿Vivirán una realidad alterna, metafísica, platónica en las ideas? O ¿Es solo que en su pensamiento se resguardan de la salvaje intemperie, de la pesada realidad?; quizá se refugian en su pensamiento para olvidar o tal vez lo contrario, recuerdan y reviven en él lo que ya no está, lo que ya paso, lo que quisieran seguir viviendo.

Pensar es una virtud, todos piensan si, el detalle está en que es en lo que piensan. Si el ejercicio filosófico del preguntarse recae sobre bases enmarañadas que descubrirán buenas teorías o, si solo su pensamiento los lleva a la vagancia cotidiana, del chisme del amigo o solo es la imperiosa necesidad de tener algo en la cabeza, para saber y sentir que estamos, que vivimos y que percibimos.

Pensar e hilar lo intangible para trasladarlo al estado sólido de las letras; el dogma del que busca respuestas y del que quiere compartirlas, la escritura. Pensar y expresar, adentro y afuera, pareciera sencillo pero representa una amplia complejidad; tener algo importante que escribir, que no sea solo "el querido diario" o el espacio para dar a conocer lo desenfrenado de las emociones, para sentirse leído, escuchado e importante.

Esa sinapsis para dar congruencia a la interminable lucha entre lo que es sentir y lo que es razonar. A veces la vida del que siente es más sencilla, vive en el influjo de la sangre cálida y la respuesta pasional. Muchas otras veces la vida del que piensa es más compleja, pues su mundo ya no es un micro mundo, es un desmembramiento del todo, del universo, del ser, de su propio ser y entre más piensa y más sabe más infeliz se vuelve pues no encuentra respuestas y, si las encuentra le generan más preguntas. En ocasiones el que piensa quisiera solo sentir, vivir el momento sin pensar en las implicaciones, ni en los compromisos.

Por ello se vuelve infeliz la razón, se amarga y quisiera nunca haber emprendido el desarrollo neuronal, el síndrome de Einstein para preguntarse por todo y saberse ignorante siempre en algo nuevo y a distinta escala.

Así nace la infelicidad de la razón. Sencillamente, mientras más conozco más compleja se vuelve la existencia; pero ya que descubrimos la miel del pensamiento no decaigamos en lo mundano, en lo posmoderno, en la simpleza de la vida galante y materialista, en lo vago y vacio de las conversaciones de grupo... Es eso, lo que le devuelve la felicidad a la razón, saberse útil, diferente, de una tonalidad distinta a la de la masa. Es lo que quiero compartir con el lector, mis ratos de pensamiento que intercambié con otro por ratos de simpleza entre platicas y muchedumbre aburrida de estar aburrida, de no salir de su cotidianeidad.

Sirva este espacio para algo más que un divertimento ocioso. Gracias a todos quienes han hecho posible que las ideas fluyan y que el empirismo y el conocimiento teórico se unan para obtener una síntesis absoluta, espero este espacio sea de utilidad para muchos.